Posiblemente, Can Panyella (Gelida, Barcelona) sea una de las “casas de comidas” más antiguas de Catalunya, aunque como restaurante y hotel, oficialmente, solo lleve algunas décadas. Y es que, este establecimiento está asentado en una antigua construcción en donde ya hace más de 700 años se daba “de comer y beber”. El edificio, que data del siglo XV, está ubicado junto a la antigua Vía Augusta, y un pergamino da testimonio escrito de que allí se realizaba “intercambio de alimentos” en aquellas épocas del medievo. De hecho, Can Panyella, por su excelente ubicación en un camino de tránsito, siempre ha sido un lugar donde las viandas han sido proporcionadas a viajantes y trabajadores.
Ya en el siglo XX, con la construcción de la autopista junto al mismo, y más tarde del polígono industrial, el lugar ya se erigió como auténtica casa de comidas de trabajadores, dando sustento a más de 200 trabajadores al día. Así lo recordaba la abuela y bisabuela del actual gerente, Joan Anguela. Este joven autodidacta -de hecho, estudió para dedicarse al mundo del ejercicio físico y el deporte- lleva hoy día las riendas del negocio familiar con el orgullo de mantener la estirpe, puesto que su familia “desde siempre” se ha encargado de los fogones de Can Panyella.
Ahora, junto con su pareja, la también chef Patricia López, y aún con la ayuda de sus padres, Joan y Rosa, han modernizado el restaurante, sin menoscabar sus raíces.
Can Panyella, hoy día, cuenta además con un pequeño hotel de 7 habitaciones. Al mantenerse en una ubicación ideal (junto a un polígono industrial de Gelida), es el restaurante preferido de directivos, oficinistas y trabajadores de la zona, que gustan de saborear la cocina catalana actualizada que firman Joan y Patricia.
El churro twister de Maheso es un producto que sorprende, y que además es fácil de regenerar. El churro como producto tradicional, pero presentado en forma de twister, con el relleno de chocolate, algo innovador.
Joan, parecía algo “natural” que siguiera la línea marcada por su familia, y cogiera las riendas del negocio.
Bueno, en realidad yo estudié Actividades Deportivas, porque quería enfocar mi carrera hacia otro camino. Pero desde niño, es cierto que he “bebido” de esta profesión. He ayudado en cocina, en sala, he visto pasar a muchos cocineros, de los que he aprendido mucho, también he aprendido todo de mis abuelas y de mi madre…. Cuando hicimos el hotel ya me di cuenta de que era el momento ideal para entrar en el negocio familiar. De hecho, toda la familia quisimos enfocar todas nuestras energías en este nuevo negocio. También fue el momento de ir pensando en que mis padres debían ir dejando poco a poco camino a la nueva generación.
Se puede decir, entonces que es un cocinero “autodidacta”.
Sí, así es. De mi madre y de mis abuelas he aprendido la cocina más tradicional, mientras que mi pareja, Patricia, a quien conocí también aquí, en el restaurante, de ella, he aprendido la técnica y las presentaciones más vanguardistas, porque ella estudió en el CETT y aporta toda la parte más novedosa.
¿Cómo definiría, por tanto, la cocina que ofrecen en Can Panyella?
Ofrecemos cocina catalana tradicional, pero con toques de innovación. Se ha de respetar mucho las raíces y la tradición, y los toques modernos los debemos introducir con tacto, porque nuestro cliente no los llegaría a entender si son demasiado exagerados o sofisticados. El comensal de Can Panyella viene a buscar precisamente lo que ofrecemos: tradición, pero con un toque moderno. En definitiva, lo que hacemos es ofrecer cocina tradicional catalana… nos encantan las setas, las brasas… Así es nuestra cocina, pero siempre intentando darle la vuelta al plato. A veces, simplemente, sirviéndolo con presentaciones más modernas ya lo conseguimos.
¿Algún plato lleva toda la vida en la carta? ¿Son heredados de sus abuelas?
El cordero es uno de ellos, pero nosotros lo hemos actualizado. Otro sería el cochinillo a baja temperatura, que también hacía mi abuela. Ella también lo cocinaba a baja temperatura y luego lo tostaba a la plancha. Ahora además de darle ese crujiente final, lo completamos con parmentier de patata y piña salteada con mantequilla. Además, para mejorarlo, lo envasamos al vacío con hierbas al gusto. Ese toque es nuestra aportación especial, además del parmentier y la piña.
¿Qué le aporta Maheso a su cocina?
Maheso fue todo un descubrimiento. Gracias al comercial de la zona, que nos trata con mucha simpatía y es muy amable. Gracias a su trabajo hemos descubierto muchos platos e ingredientes Maheso que nos ayudan a nuestro día a día. Sobre todo, nos ayudan con los menús de mediodía y con los menús infantiles, porque nos ahorra mucho trabajo y tiempo.
¿Cuáles son los platos o ingredientes Maheso que más les han sorprendido?
A nosotros y a nuestros comensales… Hay varios, por ejemplo, el croquetón de jamón, que es muy bueno y no tiene nada que envidiar a una croqueta casera. Además, como tiene un tamaño más grande de lo normal, ya es algo distinto, que nos gusta. Pero también los canelones del menú diario, las verduras congeladas, la pasta rellena… La verdad es que trabajamos bastantes productos Maheso. Y hay uno especialmente que hace las delicias a nuestros clientes y nos lo piden mucho: el churro twister. Precisamente, es un postre que define también nuestro tipo de oferta culinaria: tradición e innovación. El churro como producto tradicional, pero presentado en forma de twister, con el relleno de chocolate, algo innovador. Es un producto que sorprende, y que además es fácil de regenerar.
¿Qué valora más de Maheso?
Precisamente lo que cuento, que nos ahorra tiempo y trabajo y que la calidad es excelente. Tener productos Maheso nos permite dedicarnos mejor a platos más elaborados y más personales. Pero valoramos también el conjunto: desde el trabajo del comercial de nuestra zona, hasta la calidad, el precio, la variedad, el sabor… Buscamos eso, una relación de todo, pero siempre que perdure la calidad.