Morada, casi negra, blanca, rayada, con tonalidades del rosa al naranja, verde, incluso amarilla. La berenjena es una de las hortalizas con más variedades y más versátil culinariamente hablando. Una auténtica joya de la cocina mediterránea.
Aquí, en nuestro país, la conocemos gracias a los árabes (de quienes aún conservamos algunas recetas como las berenjenas fritas a la miel), aunque en realidad, su origen se ubica en el sureste de la India, donde se consume desde hace más de 4.000 años. De allí se fue extendiendo por otros países asiáticos y por el norte de África. Curiosamente, se dice que España fue el primer país occidental que la utilizó en la cocina, gracias precisamente a la huella que dejó en la Península la cultura gastronómica de Al Andalus.
Mucho ha llovido desde entonces, y gracias a esa lluvia en nuestras huertas se han cultivado y en nuestras cocinas se han transformado en mil y una recetas. Platos como los que también elaboramos en Maheso. Desde nuestra guarnición o nuestra tempura de verduras, hasta las tradicionales rodajas de berenjena rebozadas, sin olvidar su protagonismo en platos internacionales como nuestra deliciosa Mussaka.
Y es que, la berenjena, como decíamos, es uno de los ingredientes vegetales con más posibilidades culinarias. Disponible todo el año, es en verano su mejor temporada, quizás también la mejor época para consumirla, no en vano, es una materia prima saludable y excepcionalmente sabrosa, ideal para platos ligeros.
La berenjena se usó durante mucho tiempo solo como planta y fruta ornamental
Pero no solo esta característica es uno de los grandes beneficios de usar la berenjena en nuestros platos, este ingrediente esconde innumerables ventajas para nuestra salud, y, por tanto, para la salud de nuestros comensales. Veamos aquí otros 10 beneficios de la berenjena.
- Es un alimento “desintoxicante”, es decir, de los denominados “detox”, porque ayuda a la eliminación de todo aquello que no necesita nuestro organismo. Además, ayuda al control de la presión arterial y favorece los procesos digestivos. De hecho, ese ligero sabor amargo que a veces podemos detectar cuando la comemos se debe a esos compuestos con poder depurativo, que además, mejoran el funcionamiento del hígado.
- Contiene vitamina A, B1, B2, C, y ácido fólico, lo que la convierte en un alimento muy importante para fortalecer el sistema inmunológico, es decir, para reforzar las defensas y tener más recursos en nuestro organismo para luchar contra o evitar las enfermedades.
- Las berenjenas además son ricas en minerales como el potasio, el calcio, el magnesio, el hierro y el fósforo, lo que ayuda a prevenir la artritis, osteoporosis y enfermedades cardiovasculares.
- Es diurética, gracias precisamente a su alto contenido en potasio y su bajo aporte de sodio.
- Su alto contenido en hierro, además, la convierte en un alimento muy recomendable en dietas especiales para personas con anemia, mientras que el fósforo ayuda a combatir la osteoporosis.
- Es también un auténtico “elixir de juventud”, sobre todo, si consumimos su piel. En ella encontramos nasunina, un potente antioxidante que únicamente hallamos en esta hortaliza y que nos ayuda a retrasar el envejecimiento.
- También posee ácido clorogénico, por lo que también ayuda a reducir el colesterol malo y a combatir los radicales libres.
- Como además es muy rica en fibra, la berenjena provoca sensación de saciedad y ayuda al correcto funcionamiento del aparato digestivo. En definitiva, que es un gran aliado para las personas que quieren cuidar de su dieta.
- Es un ingrediente básico para los menús de los diabéticos, puesto que ayuda a controlar el azúcar. Su bajo aporte de hidratos de carbono junto con su alto contenido en fibra reduce la velocidad de absorción de los azúcares de otros alimentos.
- Protege nuestro cerebro gracias a la nasunina. Este componente protege especialmente las membranas de las neuronas, por lo que previene y combate diversos trastornos de tipo nervioso.
Otras curiosidades de este ingrediente mediterráneo
En la berenjena, sin embargo, no todo es 100% positivo. Hay que tener en cuenta que es una hortaliza que no puede consumirse cruda, puesto que posee un alcaloide tóxico que llega a provocar trastornos intestinales y dolores de cabeza intensos. Pero este tóxico se elimina con un sencillo procedimiento: cocinándola. De hecho, en todos nuestros platos a base de berenjena o con este ingrediente ya no existe este componente, puesto que en el proceso de preparación ya se ha eliminado.
Esta toxicidad, de hecho, se ha asociado al hecho histórico que los antiguos romanos nunca quisieran usarla en su cocina. Tanto ellos como los habitantes del centro y el norte de Europa se resistieron durante siglos a los encantos culinarios de la berenjena, debido a su afinidad botánica con algunas plantas tóxicas (beleño, mandrágora, belladona…). De hecho, se usó durante mucho tiempo solo como planta y fruta ornamental.
Por suerte, la berenjena entró en nuestra cocina para quedarse. Hoy no concebimos, de hecho, la dieta mediterránea sin ella, pues es protagonista de exquisitos platos que siempre gustan al comensal. Y con Maheso es tan fácil como calentar o darle esos minutos últimos de fritura y ¡listo!